lunes, 17 de diciembre de 2018

Almack´s


domingo, 18 de diciembre de 2016

Artículo: ¿Cuánto sabes sobre Almack's?

En este otro artículo cuento muchas cosas sobre este lugar tan emblemático y que todas conocemos a través de las cientos de novelas románticas que hemos leído a lo largo del tiempo, Almack's. Si quieres saber alguna cosilla más que seguro que desconoces, no dejes de leer el artículo:

Almack's comenzó en 1764 siendo un club de juego y como rival de White. Según una leyenda que perduró durante más de dos siglos, fue fundada por William Macall, quien se dijo que le puso el nombre dando la vuelta a las sílabas de su apellido. Sin embargo, al parecer, su verdadero nombre era William Almack quien cinco años antes, en 1759, había abierto un café en el lado norte de Pall Mall. Era un establecimiento eminentemente masculino donde los caballeros podían comer bien, beber un vino decente y leer tranquilamente el periódico. Con este mismo criterio, abrió el club Almack's, pero fue por el juego por lo que se hizo famoso. La mayoría de los miembros fundadores eran menores de treinta años, incluso uno de ellos, Charles James Fox, tenía sólo dieciséis años cuando se unió al club, llegando a ser uno de los miembros más infatigables. Charles y su hermano Stephen, perdieron en solo tres noches la estrepitosa cantidad de 32.000 libras. Sin embargo, los Fox no eran los únicos que tenían adicción por el juego, ya que muchos caballeros se daban cita allí para apostar cantidades importantes que las propias normas del club imponían. El juego se tomaba muy en serio: no había cuadros en las paredes para no distraer la atención de los jugadores. Llevaban pulseras de cuero para sujetar los encajes de volantes de sus mangas y sombreros de paja para proteger sus ojos de la luz y evitar que el pelo pudiera caer sobre estos. Incluso, a veces, llevaban máscaras para ocultar sus emociones.

Aunque muchos de los socios de Almack's también lo eran de White, pronto la rivalidad se originó entre ambos, por lo que estar en uno de los dos clubs terminó significando la exclusión del otro.

En el verano de 1765, Almack's abrió nuevas salas de reunión en la calle King Street en St. James donde dar cabida a ambos sexos, y para la ocasión celebró un gran baile al que asistió el duque de Cumberland, el héroe de Culloden. Fue uno de los primero clubes en Londres que daba la bienvenida a hombres y mujeres a la vez. A partir de ahí se sucedieron nuevos bailes.

Los bailes y encuentros en las salas de Almack's sobrevivieron al juego que sufrió un golpe fatal cuando uno de sus empleados abrió su propio club en octubre de 1778.

Almack's se puso de moda en Londres y la buena sociedad deseaba su adhesión al club. Un club que estaba dominado por un grupo de influyentes damas de la alta sociedad (con el curso de los años fue presidido, entre otras, por Lady Pembroke, la señora Fitz Roy, Anne Stewart, marquesa de Londoderry, Sarah Villiers, condesa de Jersey, Lady Cowper, Lady Sefton, Mrs. Drummond Burrel, la Condesa de Lieven o la Princesa Esterhazy ) que examinaba a los posibles miembros de una manera descarada y que no tenían reparos en ejercer su autoridad. Por ejemplo, negaron la entrada al duque de Wellington porque llevaba pantalones en lugar de los calzones cortos y el pañuelo blanco requerido por las seis o siete damas de alto rango que gobernaban el establecimiento.

Pero Wellington no fue el único a quien se le denegó la entrada en Almack's, muchas otras personas de rango y fortuna no consiguieron la aprobación de las señoras, cuya manera de regentar el club estaba sujeta a sus caprichos crueles, arbitrarios y despóticos.

Los que conseguían el favor de las patronas de Almack's eran obligados a pagar una cuota anual de diez guineas (una guinea es algo más que una libra esterlina) que les daba derecho a un vale. Tener este vale significaba que eras de la Sociedad con mayúsculas y perderlo, olvidarse de tener categoría en la sociedad londinense. El Comité organizaba un baile con cena una vez por semana (los miércoles), durante la temporada social.

Las instalaciones que el club tenía en la calle King contaban con un salón de baile de 100 pies de largo por 40 de ancho. Estaba pintado en color blanco y paja y decorado con columnas doradas, medallones clásicos, espejos enormes y cortinas azules. Totalmente iluminado por más de 500 velas de cera y en la época de la Regencia por lámparas de gas de lustroso cristal tallado. El mayor número de personas que llegó a albergar fue en torno a las 1700. La orquesta tocaba en un balcón con una barandilla dorada.

Las damas patronas se reunían los lunes por la noche durante la temporada para determinar si echaban a alguien por comportamiento deshonroso (podían destrozar la reputación de una joven debutante) o se admitía a un miembro bien valorado. A los miembros de Almack's se les permitía traer a un invitado, pero el invitado tenía que ser examinado por las patronas antes. No era imprescindible tener dinero pero sí educación y un ejemplar comportamiento. Esta disposición era una manera de mantener al margen a los nuevos ricos. Un título nobiliario podía abrir la puerta del club, pero la crianza y las excelentes formas eran mucho más importantes. Sólo alrededor de tres cuartas partes de los herederos de la nobleza consiguieron el acceso al club.

La gente clamaba por vales para ser admitidos en Almack's porque era el lugar para estar y ser visto. Era una forma de hacer alarde de su rango social y de conocer a otros de estatus similar. La gente que iba a Almack's buscaba afirmar su posición en la categoría de la clase alta. Aparte del salón de baile existían también salas para los que prefirieran el juego. Allí acudían caballeros en busca de esposa con buena dote, por lo que el club se convirtió en el mercado matrimonial más codiciado. Alrededor de 1790, las madres presentaban a sus hijas como debutantes e intentaban que en su tarjeta de baile estuvieran los nombres de los jóvenes casaderos más importantes. Era un acontecimiento digno de celebración cuando una madre podía adquirir vales de Almack's para sus hijas "en edad de merecer".

En Almack's no se daban grandes cenas ni se servían bebidas alcohólicas, únicamente algunos entrantes, pan en rodajas finas con mantequilla fresca y tortas glaseadas, y para beber té o limonada pero, en realidad, la gente no iba allí a comer. La cena daba comienzo a las 11 en punto y en ese momento se cerraban las puertas.

El baile era la principal fuente de entretenimiento, pero sólo estaban permitidos los bailes "decorosos" para evitar así cualquier tipo de irregularidad. Pero como los tiempos iban cambiando, se fueron admitiendo nuevos bailes. En 1814, las patronas del club consintieron en que se introdujera una danza que estaba comenzando a ser muy popular y que fue en principio rechazada porque resultaba muy íntima y escandalosa: el vals. Una vez aceptado por Almack's, el vals se convirtió en una adicción por parte de la sociedad.

En las instalaciones de Almack's se bailó durante décadas. Sin embargo, al mismo tiempo que las patronas llegaban a su senectud también decaía su despotismo y, con ello, el privilegio y la importancia del lugar. En 1863, noventa y ocho años después de la apertura, el club cerró definitivamente sus puertas. No obstante, cuarenta años después, en 1904, intentó surgir de nuevo de la mano de Sir Hugh Stewart Houghton, pero su historia, hasta su cierre definitivo en 1963, está llena de altibajos, cambios de dueño y distintos incidentes que no tienen mucho que ver con la relevancia que Almack's tuvo durante su pleno apogeo que abarcó un periodo de casi cien años.

Hoy en día, en el lugar en el que se erigía Almacks, hay un edificio de oficinas, pero existe una placa conmemorativa recordando el antiguo emplazamiento del famoso club londinense. 

lunes, 10 de diciembre de 2018

ROPA FEMENINA EN LA REGENCIA

Artículo: La ropa femenina en la Regencia

Este es otro de esos artículos que seguro que os va a resultar la mar de interesante: 

La ropa interior: Lo primero que se ponían era una camisa que por lo general era de algodón o lino. Era una camisa simple y sencilla, sin ningún tipo de adornos. Su objetivo no era otro que servir de protección a la piel para salvarla de cualquier roce que pudiera ocasionarle el corsé. Su misión era, además, proteger del sudor corporal al corsé ya que esta prenda era mucho más difícil de limpiar que la camisa. La camisa terminaba muy por encima del dobladillo del vestido.

Usaban también unos pantalocillos de tela fina, de algodón o lino, que llegaban hasta los tobillos o hasta debajo de la rodilla. Empezaron a estar de moda alrededor de 1806 y al principio eran imitaciones de los calzones masculinos, pero gradualmente se fueron feminizando.


Lo siguiente que se ponían las mujeres era, por supuesto, el corsé. En la Regencia, la misión del corsé no era estrechar la cintura puesto que en aquella época se llevaban las cinturas altas, sino que se usaban para levantar y separar el pecho. Había dos tipos de corsés: cortos y largos. Los corsés cortos tenían un sorprendente parecido a los sujetadores modernos y su función era más realzar el busto que otra cosa. Los corsés largos eran muy parecidos a los bustiers de hoy en día. Generalmente tenían un pedazo de madera dura insertada en la parte delantera cuyo fin no era otro que mantener una buena postura. Como curiosidad señalar que los hombres jóvenes solían tallar y regalar este trozo de madera a sus novias. El corsé largo ayudaba también a proporcionar una suave línea desde el pecho hasta la cadera. 

Encima del corsé se podían llevar entre una y cinco enaguas, dependiendo de la época del año y del grado de modestia de la dama en cuestión. La función de las enaguas era dar amplitud a las faldas de los vestidos y evitar que la fina tela de estos se pegara en demasía a las curvas femeninas. Las damas más descaradas usarían sólo una o dos enaguas... o ninguna. Las enaguas eran vestidos sin mangas y dependiendo del poder adquisitivo de la mujer eran de algodón ligero o seda. Para el invierno podían ser de franela. Solían llevar uno o dos volantes y al menos uno de estos a menudo asomaba bajo el dobladillo del vestido. 

Las medias llegaban hasta el muslo o por encima de la rodilla y se ataban con ligas. Eran de seda o algodón, generalmente blancas, lisas, bordadas en este color o con adornos de encaje. 

Las almohadillas entraban y salía de la moda durante la Regencia de acuerdo con el estilo del vestido. Se usaban con los vestidos de finales de 1790, y a medida que estos iban desapareciendo a principios de 1800, se iban dejando de lado regresando de nuevo con las faldas tipo campana. Eran de diferentes formas y tamaños y podían atarse o coserse en la parte posterior del vestido. Por razones obvias, debían ser usadas con moderación. 

Vestido de mañana: 

Era un vestido de manga larga o corta, sencillo, de material fino y sin ningún tipo de adorno puesto que no iba a ser usado fuera de casa. A veces se hacía con restos de tela antigua o reformando vestidos viejos pasados de moda. Si nadie los iba a ver fuera del entorno del hogar, no tenía ningún sentido gastar dinero en ellos pudiendo invertir este en vestidos que sí se iban a usar en público. 

El traje de montar:

Estaba hecho de material resistente. Tenía un escote muy sencillo y una chaqueta destinada a cubrir el vestido en todo momento. Las faldas del traje de montar eran más largas y más completas que las faldas de un vestido de paseo o coche. Tenía que cubrir perfectamente las piernas de las mujeres y proteger su modestia mientras montaba a mujeriegas. El estilo de las chaquetas de montar, e incluso de los sombreros que se usaban a tal efecto, eran de corte bastante masculino. A menudo tenían también muchos detalles de los uniformes militares. 

Vestido de tarde:

Este tipo de vestido era todo lo contrario al vestido de mañana: este sí estaba destinado a ser visto. Precisamente porque este vestido sí era para verse, dependiendo dónde o quién fuera a verlo así sería el vestido. En general solían estar confeccionados con muselina, una tela para los vestidos de tarde muy popular en aquella época. En los primeros años del siglo XIX muchas jóvenes murieron tras coger un resfriado o una pulmonía provocada por llevar estos finos vestidos en invierno. A esto se le dio en llamar "la enfermedad de la muselina". 

Durante el día, los senos estaban tapados por completo pues aunque tuvieran escotes bajos se cubrían con una pañoleta o bufanda remetida bajo el escote. 

Los vestidos de paseo, para ir de compras, al parque o para realizar visitas, se hacían ya con más cuidado, más a la moda y con adornos más costosos. 

Dentro de los vestidos de tarde estaban también aquellos para ir en coche o de viaje. Estos se realizaban con telas más pesadas y que fueran más resistentes a las arrugas que la muselina o el algodón. Además tenían menos adornos con el fin de que no se estropearan o aplastaran en los largos paseos en coche. 

Las prendas de abrigo usadas para los vestidos de tarde eran una parte muy importante de la indumentaria. Se llevaban largas túnicas con capucha y mantones de diferentes estilos, a veces decorados con motivos griegos. Los chales de cachemira, seda o muselina se usaban también en primavera y verano. 

El abrigo Spencer era una ajustada chaqueta que llegaba hasta la cintura y que se llevaba sobre los vestidos de tarde. Se dice que fue un invento de Lord Spencer, un antepasado de la princesa Diana, que según cuenta la leyenda pudo haber arrancado la cola de su chaqueta debido a que se la chamuscó con el fuego de la chimenea o bien por un accidente de caballo. Sea como fuere, lo cierto es que Lord Spencer fue el que dio instrucciones a su sastre para que le hiciera varias prendas de este estilo. Rápidamente las mujeres tomaron nota y se mandaron hacer chaquetas así, que coincidiendo con la moda actual de cinturas altas, convirtieron el abrigo Spencer en un clásico de la moda de Regencia. 

Este tipo de abrigo se llevaba bien ajustado al cuerpo, abierto o abrochado completamente. Solía ser un poco más oscuro que el tono del vestido que se llevaba debajo. A principios de siglo este tipo de prenda no llevaba mangas, era más bien como un chaleco. A partir de 1804 solía tener un cuello de piel lo suficientemente grande para usar como esclavina de modo que diera calor al cuello y los hombros. 

Otra prenda de abrigo era la pelliza. Creada también con el talle alto para usar con el vestido de tarde, esta prenda de abrigo se abrochaba por delante y a menudo tenía adornos de piel y plumas de cisne a juego con la tela en la que estaba realizada. Debido a la guerra con Napoleón, los detalles de adornos de tipo militar en esta y otras prendas estuvieron también muy de moda en la Regencia. Algunas pellizas llegaban hasta los pies y otras eran tipos tres cuartos (abrigos cosacos). Se podían cerrar por el centro con tiras y borlas de seda. Dependiendo de la estación del año, podían confeccionarse con lana, piel, terciopelo de seda, satén, o incluso muselina. 

Los vestidos de tarde iban obligatoriamente acompañados de otros accesorios indispensables tales como chales, esclavinas, mantos, peregrinas, guantes, gorros, orejeras, sombreros y, por supuesto, el tipo de calzado adecuado. 

Los vestidos destinados a lucir en los eventos y fiestas de noche estaba permitido mostrar el pecho. De hecho, algunos escotes eran tan bajos que hasta se corría el riesgo de mostrar de más. Fueron muy populares los escotes cuadrados, tan bajos, que resulta difícil imaginar cómo se sujetaban las mangas. Las telas con las que eran confeccionados eran caras, de fina muselina, satén, tafetán o seda. Los vestidos hechos con terciopelo de seda estaban reservados para las mujeres mayores o casadas. Tanto en los vestidos de tarde como en los de noche, las debutantes debían llevar colores pastel o blancos. Los colores más oscuros no estaban destinados para las debutantes. Ahora bien, tampoco eran aconsejables para las otras damas, pues a la luz de las velas, ir vestida de oscuro era garantía de no ser apenas vista. Por ello, quienes no optaban por los tonos claros o simplemente se decidían por el negro, engalanaban sus vestidos con adornos metálicos o de cristal de manera que recayera en ellos la luz. Los vestidos a menudo eran de manga corta pero acompañados de guantes que llegaban por encima del codo. Los guantes no sólo eran de color blanco o negro, sino también de otros muchos colores, incluso azules o amarillos, fabricados con piel de cabritilla. 

Los vestidos de noche iban, por supuesto, acompañados de capas y chales. Las ropas de abrigo tenían adornos de cordón, encajes y pieles, con bordados en oro o plata. Cuando hacía menos frío llevaban sobre los hombros mantos de seda ribeteados con encaje. Para las salidas a la ópera en una fría tarde noche, quienes se lo podían permitir se envolvían en mantos de terciopelo forrados de armiño. 


Algunas curiosidades: 

Entre 1815 y 1825, debido a las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña, cada país siguió su propia moda puesto que no podían intercambiar información. Así, la moda inglesa era cada vez más romántica, con cuellos de encaje, mangas abullonadas y colores más vivos. Las cinturas también comenzaron a bajar un poco. En Francia, sin embargo, los vestidos seguían manteniendo la cintura alta y los colores seguían siendo claros, pero añadían adornos a las telas y las faldas se amplíaban en la base. Los peinados y los sombreros iniciaban una escalada alcista, probablemente para contrarrestar el efecto de la forma del final de las faldas. 

Una vez firmado el tratado de paz entre Gran Bretaña y Francia, las inglesas se sorprendieron al ver lo diferentes que eran ambas modas y rápidamente reemplazaron sus armarios adaptándolos al estilo francés. 

A partir de 1820, los corsés empezaron ya a ser usados por todas las mujeres para estrechar la cintura y las faldas se empezaron a ampliar para alejarlas de las piernas. 

La cintura, que empezó a bajar más o menos a razón de un centímetro por año, en 1825 estaba ya casi situada en su lugar natural. 

Los volantes y mangas de muselina blanca, en muchas ocasiones eran piezas independientes que se podían poner y quitar para lavarlas con frecuencia, además de poderse usar en diferentes vestidos. 


*Una gran parte de la información de este artículo se ha obtenido de http://www.songsmyth.com/costumerscompanion.html

lunes, 26 de noviembre de 2018

Reseña de MI DIOSA PELIRROJA por Raquel Mingo

23 de noviembre de 2018
Formato: Versión KindleCompra verificada

lunes, 19 de noviembre de 2018

Reseña de MI DIOSA PELIRROJA.

19 nov. 2018

Reseña: MI diosa pelirroja de Marian Arpa

Nueva reseña en este mes. Hoy Mi diosa pelirroja de mi querida Marian Arpa, a la que siempre es un placer leer porque sabes que vas a disfrutar de su escritura.


Título: Mi diosa pelirroja
Autora: Marian Arpa
Editorial: Random House. Colección Selecta
Género: Romance actual
Año: 2018

Sinopsis.
Una preciosa novela romántica en la que dos corazones heridos se encontrarán y las chispas saltarán.
Pero... ¿serán capaces de volver a dejarse llevar por el amor?

Mar había sufrido desengaños amorosos en un par de ocasiones. Sus relaciones no funcionaban por la pasión que sentía por el trabajo que realizaba, sus parejas nunca habían entendido que dedicara casi todo su tiempo a los ancianos... «esas personas que estaban a punto de abandonar este mundo», le decían. Y ella se sentía culpable por el fracaso de sus amoríos. Por esa razón se ha convencido a sí misma de que terminará sus días en un centro como en el que está trabajando, sola y sin familia.

Felipe tenía un secreto que ni sus más allegados conocían. Por él se había ido de su tierra y había empezado una nueva vida en el otro extremo del país. Su vida es satisfactoria, trabajaba en lo que le gustaba y sus relaciones con el sexo opuesto son placenteras pero libres y sin compromisos.

Al conocer a Mar, Felipe queda cautivado por la pícara sonrisa que no se borraba de su boca y siente una necesidad imperiosa de relacionarse con ella. Sin embargo, ella no está por la labor y eso lo deja totalmente descolocado. La atracción que despierta en él, lo sorprende y le quita el sueño. Sobre todo, cuando se da cuenta de que con ella quiere más: lo quiere todo.

Reseña.

Una historia en las que ambos personajes están volcados en sus respectivos trabajos, sin dejar tiempo para las relaciones. Es cierto que sus profesiones casi nos les dejan tiempo para conocer gente; pero también es verdad el hecho de que ambos han sufrido algún que otro desengaño. En el caso de Mar, el hecho de que se vuelque con sus niños, como ella llama a los ancianos del centro en el que trabaja, ha provocado que sus anteriores parejas la dejaran. Es por esa vocación laboral que siente Mar, que no ve necesario rehacer su vida sentimental, y se entrega con pasión a su trabajo. E incluso piensa que algún día ella terminara sola como los ancianos a los que atiende en su clase de gimnasia.
Felipe es un médico de urgencias que debido a su trabajo tampoco parece encontrar tiempo para conocer a una mujer. Pero en su caso, su pasado es algo más turbulento que el de Mar. Sabemos que ha dejado su Galicia natal sin contarle a nadie el verdadero motivo por el que lo hizo; ni siquiera sus propios padres lo saben. Es un misterio que oculta y que se va desgranando a lo largo de la trama. 
En cuanto a la relación que se establece entre Mar y Felipe cuando se ven, se miran, se conocen y entablan amistad, todo parece indicarles a ambos que es más bien una simple atracción física que otra cosa. 
Mar piensa que lo que él busca es llevarla a la cama y nada más. Pero le queda la duda de qué puede suceder. Mar es una mujer independiente con un carácter fuerte y con una afición que sorprende tanto a Felipe como a los lectores: participa en carreras de coches. Es una mujer que no busca un compromiso porque ya sabe cómo va a terminar. Ella no está dispuesta a renunciar a su trabajo, y eso es lo que la ha llevado a seguir estando sola. Pero entonces aparece Felipe y las dudas la asaltan.
En cambio Felipe quiere conocerla y satisfacer su deseo. Piensa que una vez que lo haya conseguido, su interés por Mar desaparecerá. Que solo se trata de un calentón. Pero a medida que se van conociendo, Felipe descubre que Mar es algo más que un rostro bonito y un cuerpo de infarto. Es atrevida, divertida, lo desconcierta, le sorprende con sus actos y sus conversaciones. Nada que ver con las mujeres que ha conocido has ese momento.
Y sucede que ambos descubren que quieren ir un paso más allá cuando han dado suelta a su deseo. Pero entonces el lector se plantea ¿cómo va a reaccionar Mar cuando sepa que Felipe tiene una hija de dos años?
Es aquí donde la trama gana intensidad. A medida que ese momento tan esperado por el lector se acerca más y más. El pasado de Felipe en forma de hija a la cual tuvo en unas circunstancias que no voy a desvelar (tendréis que descubrirlo vosotr@s mism@s) 
A partir de ese instante aparece en escena la madre que hace el papel de mal en la novela. Hasta el punto que el lector desearía encontrársela cara a cara. La descripción que la autora hace de ella es sensacional, porque consigue transmitir esa frialdad extrema, ese desapego, falta de cariño en todo momento no solo hacia su propia hija, sino hacia las personas en general. El lector asiste atónito a una serie de escenas a cual más descabellada, pero muy creíbles hoy en día si nos atenemos a al personalidad de Elena. 
Me ha gustado la trama social y hasta cierto punto la denuncia que hay en la novela con respecto a las personas mayores. Al trato que se les da en algunas ocasiones. Y el afán de la protagonista Mar y de sus compañeras por intentar cambiar la situación. 
Un bonita historia de amor, creíble hoy en día en la que los personajes se darán una segunda oportunidad pese a sus temores y desconfianzas iniciales. 
De nuevo Marian Arpa vuelve a dar muestras de su arte al contar una historia. 

martes, 23 de octubre de 2018

ENTREVISTA SELECCIÓN BdB


Hoy responde al #TestSelecta... MARIAN ARPA
Un libro: La novia cautiva, fue la primera novela romántica que leí, la que me enamoró, la que me introdujo en este mundo.
Una película: Ghost. Una película que no me canso de ver.
Una canción: Amor no te vayas, de Sandro Giacobbe, italiano. Podría decirte mil más, todas románticas.
Una ciudad: Ahora mismo, Cuenca, es la última que he visitado y me encantó. Salí de allí con ganas de estudiar y de escribir una historia entre árabes, bandoleros de la serranía de Cuenca y de alguna doncella…
Tu comida favorita: Caracoles en salsa, podría decirte muchas más, jajaja.
¿Tienes mascota?: Sí y no. Chimpón, el perrito de mi hija.
Una serie de TV: JAG, Alerta roja. El prota está…
Un defecto: Abstraerme en mis historias. Darles vueltas y vueltas en mi cabeza hasta que plasmo la idea sobre las teclas.
Una virtud: Paciencia y amistad.
Un vicio: Si se puede llamar así, leer. Soy lectora compulsiva.
¿Playa o montaña?: Montaña.
Un personaje de ficción: James Bond.
Un personaje histórico: Robin de Locksley.
¿Coleccionas algo?: Tazas decoradas.
Un tema que te apasione: La naturaleza.
Un tema que te resulte indiferente: El qué dirán.
Un amor para no olvidar: Sissi y Francisco José.
Comentarios
Chris de Wit DIVINAAAAAAA!!! <3 <3
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Nuria Rivera Ay, aquel Harmon... Harm💕💕💕
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Ana Fernández Martínez Cierto. Yo me enamoré de él viendo Flamingo Road 😍
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Ana Fernández Martínez Me ha hecho gracia lo de las tazas decoradas... Me chiflan y tengo unas cuantas 😜
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Ana Fernández Martínez Me ha encantado saber un poquito más de Marian Arpa.
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Begoña Gambín Esto de los Test me gusta. Gracias por compartir tus "cositas" con nosotros!
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